Un viaje de estudios sin final
Sería un bonito título para una novela, imaginad… un viaje para terminar los estudios y celebrarlo, un viaje que no tiene fin, porque el aprendizaje es infinito…
Pues en nuestro caso es algo parecido, quizá el contexto no es el mismo y el orden de las variables tampoco, pero estamos aprendiendo, a tope, y a este viaje no le vemos un final.
Hace tiempo que empezamos a recoger datos, tratando de analizar y comprender los desarrollos de las fermentaciones, analizar las levaduras y bacterias, sus comportamientos en función de los alimentos, analizar la temperatura y la influencia de la humedad. Nos hemos dado cuenta de cómo las levaduras y bacterias se van adaptando poco a poco al entorno en el que están, al medio ambiente en el que viven, son más inteligentes que nosotros, quieren sobrevivir.
Y en esa subsistencia nuestra participación será mínima, o la necesariamente suficiente, en la medida de lo posible. La temperatura de nuestra bodega está condicionada por el tiempo, así como la humedad, la luminosidad…
De hecho, después de mucho tiempo de investigación, una de las noches que hemos visto ha sido que creamos bebidas vivas, bebidas con vida propia, bebidas que han nacido en un medio ambiente, en un entorno, bajo unas condiciones concretas, bebidas con personalidad propia. Y las que harán su camino, y nosotros seremos únicamente sus compañeros de viaje.
Tratamos de crear, ver la evolución y embotellar las bebidas con mimo, sin olvidar que se trata de bebidas con identidad propia, con gran personalidad. Bebidas vivas con identidad propia.